Diagnóstico precoz de las enfermedades de la mama
El cáncer de mama es uno de los problemas que más impacto tiene en la salud de las mujeres. A pesar de los avances diagnósticos y terapéuticos, su pronóstico sigue dependiendo principalmente de la extensión de la enfermedad en el momento de la detección. De ahí que el conseguir un diagnóstico precoz siga siendo la vía para mejorar sus posibilidades de curación.
Los programas actuales de prevención precisan una alta participación de las mujeres, y en sus resultados se detectan entre 4 y 5 tumores en fases muy precoces, por cada mil mujeres estudiadas. Estos datos nos permiten confiar en que podremos observar en unos años un descenso de la mortalidad por esta causa.
La mama es un órgano muy importante en la mujer, que cumple la función fisiológica primordial de la lactancia. En la anatomía de la mama se pueden diferenciar tres partes:
Envoltura cutánea: Piel de recubrimiento en la que se encuentran las zonas más pigmentadas del pezón y la areola. El pezón suele estar hacia afuera, aunque puede estar retraído, sin ser patológico. La areola está formada por fibras musculares y "elevaciones" producidas por las glándulas sebáceas.
Glándula mamaria: Constituida por varios lóbulos (de 10 a 20), productores de leche, y conductos excretores (galactóforos), que desembocan en la base del pezón.
Tejido adiposo: Tejido graso que da la consistencia y el volumen de la mama.
Con la pubertad comienza el desarrollo femenino de la mama debido a la producción hormonal de estrógenos y progesterona. Durante los días de la menstruación aumentan los niveles hormonales y la dilatación de los lóbulos, lo que produce un incremento del tamaño y la sensibilidad de la mama.
En el embarazo la influencia hormonal es máxima, produciendo el mayor desarrollo de lóbulos y conductos, aunque la leche materna no será segregada hasta después del parto, cuando actúe la hormona encargada de ello.
Factores de riesgo para la enfermedades mamarias
Se llama factor de riesgo a cualquier elemento que aumente las posibilidades de una persona de padecer una enfermedad. Se conoce como prevención a todas las estrategias que la persona y el sistema sanitario pueden desarrollar para disminuir ese riesgo y aumentar su protección. Por supuesto que no es la garantía perfecta para estar a salvo, pero siempre es deseable intentarlo.
En el caso del cáncer de mama, muchos de los factores de riesgo son modificables, aunque no todos pueden evitarse. El cáncer de mama es frecuente. Aparece en una de cada quince mujeres. No obstante existen factores de riesgo que deben tenerse en cuenta:
Edad de 40 a 60 años.
Antecedentes familiares de cáncer de mama.
Primera menstruación temprana o menopausia tardía.
Primer hijo después de los 30 años.
Mujeres sin hijos.
Estrés y Radiaciones.
Dieta rica en grasas.
En cualquier caso, si un tumor mamario se detecta cuando es menor de dos centímetros, se puede curar definitivamente en el 90% de los casos. Por eso es importante la autoexploración periódica para detectar precozmente cualquier anomalía.
Auto examen y exploracion de la mamario:
La gran mayoría de los cánceres de mama son descubiertos por las mujeres que los padecen, mediante un cuidadoso examen que requiere tiempo y cierta práctica.
Consiste en una sencilla inspección visual de sus senos. Para realizarla sitúese ante un espejo y obsérvelos con atención con sus brazos en tres posiciones: Brazos colgando, en la cintura y por encima de la cabeza. Compare ambos pechos, busque alteraciones en su contorno, bultos, durezas, retracción del pezón o la piel, ulceraciones, eczemas o secreción de leche aunque nunca se haya lactado.
1.- Párese frente al espejo y mire los pechos. Compárelos y busque arrugas, hendiduras o cambios
2.- De pie, coloque un brazo sobre su cabeza. Revise cada pecho con la mano contraria.
3.- Acostada, coloque un brazo sobre su cabeza. Revise cada pecho con la mano contraria.
4.- Examine cada pecho cno un movimiento circular de arriba hacia abajo, y lateral de lado a lado. 5.- Revise los pezones por si hay secreciones
la autoexploración una vez al mes a partir de los 18 años. Es importante hacerlo cuando ya ha desaparecido la congestión hormonal producida por la regla, una semana después de finalizar ésta. En períodos de embarazo o cuando ya no hay menstruación conviene realizarla cada mes, eligiendo un día fijo que sea fácil de recordar.
Palpación
Debe realizarse primero de pie y luego acostada de espalda, para que los músculos estén relajados. Coloque una almohada bajo el hombro y apoye la nuca en el mismo antebrazo de la mama que va a examinar.
Es importante reconocer las características normales de la glándula y dividir esquemáticamente la misma en cuatro cuadrantes:
Cuadrante supero externo
Cuadrante infero externo
Cuadrante infero interno
Cuadrante supero interno
Palpación de la mama
Con los dedos de la mano contraria a la mama a explorar, presione suave pero firmemente trazando al menos tres círculos alrededor del pezón, empezando desde el más alejado y terminando por el más cercano, siempre en el mismo sentido.
Palpación de la axila
En la misma posición tumbada debe presionar sobre la axila de manera más firme que en el caso anterior, tratando de localizar algún posible bulto.
Palpación del pezón y la areola
Observe si existe secreción al presionar el pezón, entre los dedos pulgar e índice. Después levante éste junto con la areola para comprobar si existe una buena movilidad adherencia. Es frecuente que en el autoexamen la mujer encuentre áreas más dolorosas o nódulos palpables que deben ser motivo de una consulta médica.
Cambios que son importantes notar en la mama y que deben ser consultados con el médico:
Cualquier bulto nuevo.
Cualquier engrosamiento en sus mamas.
Flujo pegajoso o sangriento de sus pezones.
Cualquier cambio de la piel, de la mama o del pezón, como fruncimiento o la formación de hoyuelos.
Un aumento raro en el tamaño de una de las mamas.
Un mama anormalmente más baja que la otra.
Recomendaciones
Se recomienda realizar este programa una vez al año.
Registro de valoración del riesgo que incluye preguntas sobre fechas de primera regla, menopausia, partos, dietas y hábitos, etc.
Consulta y exploración ginecológica.
Ecografía mamaria.
Mamografía, en caso de que se detecte una situación de riesgo. Se recomienda este estudio en cualquier caso cada dos años.
Informe clínico con diagnóstico, valoración del riesgo y recomendaciones.
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