Medicamentos falsos en envase original

Fármacos falsos en envase original; modalidad de un delito que mueve US$300 millones al año Con la reutilización de frascos y empaques, los delincuentes buscan dificultar la detección de la falsificación. Otra manera es usar por separado cada una de las partes del medicamento original -tapa, frasco, etiqueta, inserto, precinto de seguridad y caja- para crear copias 'chiviadas'. Esta modalidad delictiva del reciclaje tiene sorprendidas a las autoridades. EL TIEMPO acompañó al CTI de la Fiscalía a un operativo realizado en el centro de Bogotá, en una casa en la que se encontraron más de 150 bultos con frascos de antibióticos de uso hospitalario, algunos utilizados en personas con VIH, el virus del sida. Estaban marcados con los nombres de pacientes de tres instituciones de salud. Allí se acopiaban y lavaban los envases en un químico especial, mientras que las etiquetas las brillaban con talco para dejarlas en buen estado."Los llenan con antibiótico genérico, veterinario o ácido bórico y los comercializan como originales. Imagínense cuántas infecciones se pueden propagar", afirmó el perito presente en el operativo.Las personas que estaban en la vivienda explicaron que compraban los frascos a recicladores e indigentes. Según los investigadores, estos suelen obtenerlos de empleados de los hospitales.Una de las tres instituciones afectadas por esta 'fuga' de envases de medicamentos, al ser consultada sobre lo sucedido, hizo el seguimiento y sorprendió a uno de sus trabajadores cuando camuflaba los frascos entre vidrio reciclado. Lo despidió de inmediato.¿Quiénes lo hacen?La Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación (Afidro) calcula que el mercado colombiano de medicamentos mueve alrededor de 1.600 millones de dólares al año y, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en países en vía de desarrollo entre el 10 y el 25 por ciento de esa cifra corresponde a fármacos falsificados, alterados o asociados a delitos como el contrabando. Francisco de Paula Gómez, ejecutivo de Afidro, no duda de que detrás del negocio hay organizaciones sofisticadas, algunas transnacionales."Estas mafias saben quién está vendiendo, cómo se adquiere y se comercializa y así obtienen una ganancia", dijo Ariel Lyons, fiscal segundo de la Unidad de Delitos contra la Propiedad Intelectual y Telecomunicaciones. Según el fiscal, es claro que entre los empleados de EPS y de instituciones de salud puede haber vinculados a estas redes. "De las denuncias de falsificación de medicamentos que recibimos, el 20 por ciento corresponde a antibióticos, entre ellos los de uso intrahospitalario; le siguen fármacos contra el cáncer, que son un 13 por ciento", explicó Martha Cecilia Rodríguez, subdirectora de Medicamentos y Productos Biológicos del Instituto de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).El caso de José Jiménez, ejemplo de esta modalidadCuando tenía 16 años, José Jiménez, de Girón (Santander), comenzó a sentir que algunas partes de su cuerpo se adormecían y perdía el equilibrio con facilidad. Casi cinco años después, un neurólogo le diagnosticó esclerosis múltiple.Entonces, le prescribieron un medicamento para controlar su enfermedad y distanciar las recaídas. Así fue durante los primeros meses hasta que, dice José, "comencé a sentir un deterioro en mi recuperación".Hace dos años, la enfermera del laboratorio que le suministraba el medicamento notó sobre la etiqueta un código de barras sobrepuesto con pegante, que al retirarlo dejaba ver un manchón de tinta negra con la frase "prohibida su venta"; además, se lo habían entregado en una bolsa con cubos de hielo, cuando debía estar conservado en una nevera de icopor.José, afiliado al Sisbén, se quejó a la Secretaría de Salud Departamental. La entidad, en su momento, le respondió que no existía mérito para dar informe a las autoridades.Sin embargo, el laboratorio fabricante del producto llevó el caso ante la Fiscalía y en la denuncia dijo que "el código de barras adicionado con una calcomanía no corresponde a un producto importado y comercializado legalmente por la farmacéutica".El distribuidor tampoco estaba autorizado para entregarlo. Esta droga cuesta alrededor de 5 millones de pesos, suficiente razón para que los delincuentes traten de adulterarla y falsificarla.En este caso, la Fiscalía en Bucaramanga, desde 2006, investiga el hecho. Todavía no hay responsables. José, finalmente, tuvo que retirarse del Sisbén y afiliarse a una EPS, para intentar seguir su tratamiento en condiciones de calidad.Otros casos de denunciasEugenia Casas logró, con una tutela, que su EPS le suministrara un medicamento contra la hepatitis C. "En febrero de este año, me lo entregaron, pero no venía en la caja correspondiente, la jeringa no era la original y estaba empacado en bolsas plásticas. Me percaté cuando llegué a la casa. Llamé a la auditora médica de la EPS y me dijo que en la bodega las cajas habían llegado en mal estado y por eso la droga estaba reempacada en bolsas". Ante la Fiscalía, en marzo pasado se instauró una denuncia de una clínica ubicada en el norte de Bogotá, en la que se informó la inconsistencia en tres frascos de un anestésico en salas de cirugía. "La solución no se comportaba de manera habitual, pues no se evaporaba.Parecía que fuera agua", afirma en la denuncia un empleado. Al comparar estos frascos con otros del mismo anestésico, se encontró que unos pesaban más que otros, las tapas eran distintas y las cajas tenían número de lote diferente al de los frascos.Hace tres semanas, el CTI incautó 450 vacunas que eran traídas de contrabando de Ecuador y Perú y eran vendidas a EPS e instituciones de salud en Cali y Pasto a un precio de 17.000 pesos por dosis, cuando esta cuesta cerca de 200.000 pesos. Por su ingreso ilegal al país, no se transportan ni manipulan de manera adecuada, de forma tal que se inactivan y pierden su efecto terapéutico. Los desechos hospitalarios deben ser incineradosFrente al manejo de estos desechos el decreto 2676 de 2000, del Ministerio del Medio Ambiente y del entonces Ministerio de Salud, reglamenta que estos residuos deben desactivarse y luego incinerarse en plantas para ese fin. La mayoría de instituciones de salud de Bogotá tienen contrato con una empresa de aseo para la destrucción de estos productos de desecho.El Hospital de la Misericordia, uno de ellos, destruye todos los días, a las 3 de la tarde, en una batea metálica y previa inactivación, todos los medicamentos. "Se pesa lo destruido y se empaca en una bolsa como residuo biosanitario, para que la empresa de aseo lo recoja en horas de la noche y lo incinere", explica el gerente Mauricio Barberi."Las rutas sanitarias recogen los frascos desechados diariamente en cada pabellón y la empresa de aseo los recibe para termodestrucción controlada", asegura Carlos Pérez, director médico del Hospital de San José, en Bogotá.La institución, además, tiene medidas de control estrictas en la manipulación de los medicamentos, luego de afrontar el robo de fármacos dos años atrás. "Teníamos problemas con los camilleros, que son los que los llevan y los traen; por eso, optamos por ser más rígidos en el conteo de las medicinas, su despacho y destrucción", afirma Pérez.Herman Redondo, jefe de vigilancia de la dirección de desarrollo de servicios de salud de la Secretaría de Salud de Bogotá, explica que "en los últimos tres años se han hecho 404 decomisos de medicamentos en hospitales, la mayoría alterados (...) las visitas se hacen una vez cada cuatro años para ratificar la habilitación de sus servicios, pues en Bogotá hay 15 mil prestadores y al año alcazamos a visitar de tres a cuatro mil". ¿Cómo saber si es ilegal y qué hacer?Según el Invima, hay hechos que podrían poner en duda la procedencia de un medicamento:Que el envase presente averías o el sello de seguridad esté roto. Que la fecha de vencimiento esté alterada o que haya caducado. Que el tipo de tinta del empaque sea de baja calidad. Que no sea regular el tamaño de las pastillas del mismo empaque. Que no tenga código y número del lote de fabricación. Que no indique dosis contenidas. Que no tenga número de registro sanitario otorgado por el Invima. Que no tenga la frase venta bajo fórmula médica o venta libre. Compre el medicamento en un sitio seguro. "Se pueden identificar estos lugares mediante una calcomanía con la figura de don Ético Lozano", explica Rodrigo Arcila Gómez, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Farmacéutica de la ANDI. Una vez consuma su medicamento, no deje residuos, separe todas sus partes, destrúyalas por completo y bótelas en canecas diferentes.

Vía El Tiempo

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